Esta es una historia que aprendí hace 3 años. Sin lugar a dudas me tocará compartirla miles de veces por el resto de mi vida.
Como la de muchos de nosotros, se trata de una dolorosa historia de transformación, que como todo lo que merece la pena en la vida, es cuesta arriba, apremia y merece todo nuestro dolor y sacrificio. Se trata de la historia de transformación del águila real americana.
Este animal, tan admirado por su esveltez, señoreo y por su capacidad de volar alto, es el ave que posee la mayor longevidad de su especie, y puede llegar a vivir hasta 70 años. Pero no logra llegar a tan avanzada edad, sin antes tener que hacer un alto en el camino y tomar una seria y difícil decisión.
A los 40 años, sus uñas curvas y flexibles no consiguen agarrar a las presas de las que se alimenta, su pico alargado y puntiagudo comienza a curvarse apuntando contra el pecho peligrosamente, y sus alas, envejecidas y pesadas por las gruesas plumas hacen que volar sea una tarea muy complicada.
Wow, todo lo que antes le era natural, ahora opera en su contra. Es entonces, cuando el águila tiene que tomar una decisión y sólo tiene dos alternativas: dejarse morir, o enfrentar un doloroso proceso de transformación que durará unos ciento cincuenta días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y refugiarse en un nido próximo a una pared, donde no necesite volar. Entonces, el águila ya refugiada comenzará a golpear su pico contra la pared hasta conseguir arrancarlo. Una vez amputado, tendrá que esperar a que nazca un nuevo pico con el cual, después, tendrá que arrancar sus viejas uñas.
Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, entonces es el momento para desprenderse de sus viejas y pesadas plumas arrancándoselas una a una con su nuevo pico. Después de transcurrido un período arduo de cinco meses, el águila real saldrá victorioso ejecutando su famoso vuelo de renovación y entonces dispondrá de 30 años más de vida.
Y tú, ¿en qué momento de tu vida te encuentras? ¿Te pesan las alas, tu pico ya no es tan eficiente como era, o las uñas ya no agarran con firmeza? Como dice John Maxwell, "todo lo que merece la pena en la vida, está cuesta arriba". Parte de ese caminar hacia arriba es nuestra propia transformación.
Desde una perspectiva terrenal y en este plano finito, ¿en quién debes convertirte para merecer vivir la vida de tus sueños? Tus sueños esperan por tí! Renuévate!
Y si sientes que nada de motiva a renovarte... PELIGRO... Detente! Puedes estar viviendo una depresión. En cuyo caso debes buscar ayuda profesional. Es importante saber buscar la ayuda idónea cuando se necesita. A veces puedes estar necesitado la intervención de un psicólogo o psiquiatra según sea el caso. Sin embargo, cuando estás estancada por elección, por terquedad, por cobardía, por victimismo, por ignorancia o desconocimiento, o simplemente porque no te has responsabilizado de tu propia vida, quizás todo lo que necesitas es detenerte, mirar hacia dentro y reconocerte. Auto-descubrirte. Evaluar la calidad de tu sistema de creencias y darte cuenta de que, al invalidar todas las mentiras que te mantienen presa en un estilo de vida que ya no te agrada ni te sirve, tu vida empieza a florecer.
Es tiempo de que descubras tus pasiones y tus talentos y empieces a vivir la vida que siempre has sabido que te corresponde vivir. Como el águila, puedes comenzar el proceso que no sólo te renovará, sino que te prolongará la vida de una forma extraordinaria. Tú también puedes volar tan alto como quieras.
Ahora bien, desde una perspectiva espiritual, para los que somos cristianos, nacidos de nuevo por haber aceptado el sacrificio de Jesús en la cruz, la pregunta debería ser: ¿En quién tenemos que convertirnos para honrar a Dios por una vida eterna inmerecida? ¿cómo podemos honrar con la transformación de nuestras vidas el sacrificio de amor de Jesús al morir por nosotros en la cruz? Creo que la historia del águila 🦅 es un buen ejemplo de que todos tenemos un aguijón y al igual que el águila, tenemos la opción de morir (en nuestro caso, eternamente) o renovarnos a través de espíritu de Dios que ahora mora en nosotros. Y no para vivir 30 años más, como es el caso del águila, sino para vida eterna en Cristo Jesús, al lado de Dios Padre.
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